“Es cierto que pelear es
abominable, pero no debe causar tristeza entregarnos a esta militancia.
Al conectar nuestros deseos con la realidad, entretejiendo rabias y
descontentos en la acción, en vez de delegarlas a través de
procedimientos de representación teórica o política, les daremos cabal
fuerza revolucionaria". Michelle Foucault
Gallo Téenek. En los siguientes párrafos reflexiono
sobre el carácter global que tienen las movilizaciones que desde
mediados del mes de mayo del 2012 se han desarrollado en nuestro país,
las cuales han desembocado en el movimiento # Yo Soy 132, así como en
movilizaciones ciudadanas emergentes, primero contra un candidato que
representa el autoritarismo de 70 años del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y desde hace una semana contra las irregularidades
en el proceso electoral que desembocó en la imposición de Enrique Peña
Nieto (EPN). Estas críticas y movilizaciones sin duda se insertan dentro
de lo que conocemos como democracia representativa, es decir, el
sistema político en donde las principales responsabilidades de tod@s l@s
ciudadan@s delegan sus responsabilidades a intereses ajenos y extraños.
Finalmente llevo a cabo una reflexión y crítica en torno a este tipo de
democracia (representativa), desembocando en el constructo de la
democracia en esencia, es decir, radical ó directa.
El resquebrajamiento de la democracia representativa.
En todos los rincones del planeta
recorre cabizbaja, fracasada e intacta el espíritu de la democracia
representativa. Está triste porque desde finales del año 2010 se han
presentado movilizaciones y revueltas populares en todo el mundo, todas
ellas síntomas de que el modelo político que se construyó hace siglos,
está caduco.
Estas movilizaciones globales a las que
me refiero se iniciaron con lo que hoy conocemos como la “Primavera
Árabe”, es decir, las olas de protestas que inundaron Túnez con el
reclamo central de libertad democrática, fin de la dictadura, en un
contexto de una alta tasa de desempleo, exclusión y represión policial.
Muy pronto estas movilizaciones y revueltas se extendieron a una buena
parte de los países árabes, desde Egipto, Marruecos, Argelia, pasando
por Siria, Yemen y Libia (cada una con sus respectivas
particularidades).
En Europa, ciudadanos de todas las
edades secundaron las movilizaciones en el año 2011. En mayo la
indignación se manifestó a través de multitudinarias marchas y
concentraciones en las principales plazas de España, enseguida los
combatientes griegos reavivaron las llamas de la revuelta que se
presenta en ese país desde finales del año 2008, le siguió Italia y Gran
Bretaña.
La indignación se extendió a América. En
Estados Unidos, miles de personas invadieron, a mediados de septiembre
del año 2011, el centro financiero más importante de ese país. Wall
Street fue ocupado por miles de personas, las protestas se extendieron a
cientos de ciudades de esas geografías. Una de las principales
consignas del movimiento llamado “Occupy” es “Somos el 99%” y “No nos
representan”, las cuales muestran la brecha entre ricos y pobres, así
como entre gobernados y gobernadores (presentes aún en los países
llamados del primer mundo).
En Chile, el sur del continente
americano, jóvenes en su mayoría, con la solidaridad de distintos
sectores de la sociedad, llevan a cabo una revuelta constante, casi
cotidiana por el establecimiento de un verdadero estado democrático que
reconozca la educación pública y gratuita desde hace más o menos un año.
Estas movilizaciones son las más importantes desde el teatro del fin de
la dictadura de Augusto Pinochet y de la emergencia de los gobiernos de
la concertación de la década de los noventa (los cuales se jactaron de
la instalación de una “verdadera democracia en ese país").
Sin embargo, la concertación resultó ser
la extensión de la dictadura y una profundización del modelo económico
capitalista, por medio, ya no de los militares, si no a través de
partidos políticos.
La precarización, exclusión social y la
falta de una democracia real son los comunes denominadores en todas
éstas revueltas mundiales. Esto nos habla de que algo está cambiando en
nuestro mundo, de fondo esta la falta de acceso a la decisiones
centrales de la vida pública y cotidiana, son muestra de que la
inconformidad y la rabia se pueden transformar en rebeldía y
organización.
De todo este exacerbado contexto
mundial no queda exento México, aunque con una menor radicalidad en sus
planteamientos y acciones.
Desde las primeras semanas del mes de
mayo se han llevado a cabo una serie de movilizaciones, en un primer
momento contra el candidato del PRI a la Presidencia de la República,
Enrique Peña Nieto, el cual representa la política más vil, corrupta y
represora. Los 70 años de mal gobierno valieron para que el escritor
peruano Mario Vargas Llosa se refiriera a este periodo como la dictadura
perfecta, establecida y mantenida a través de sangre y fuego, mediante
el asesinato, tortura y desaparición de los adversarios políticos y
activistas sociales no afines a su marranero.
Esta realidad histórica, parece indicar,
que ha sido rescatada y se ha insertado en la conciencia de los jóvenes
y no tan jóvenes en México, desembocando en un movimiento estudiantil
organizado a través de asambleas locales y una asamblea
inter-universitaria con una representación de 123 universidades públicas
y privadas, éstas últimas cifras vertidas en la Quinta Asamblea
estudiantil que se llevó a cabo el pasado 4 de julio en la Facultad de
Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Este movimiento es conocido como el # Yo
Soy 132, que se definie apartidista pero no apolìtico, autónomo e
independiente de los partidos políticos; el mote es en alusión directa a
los 131 jóvenes que mostraron su credencial de estudiantes cuando los
líderes del PRI los tacharon de porros, revoltosos y fósiles después de
protestar en la Universidad Iberoamericana el pasado 11 de mayo durante
la visita de EPN a esa casa de estudios. El detonante de las protestas
surgió cuando el asesino y violador candidato a la presidencia de la
república buscó justificar su actuación, así como la de las fuerzas
federales y estatales en la represión de San Salvador Atenco del 3 y 4
de mayo del 2006.
De este movimiento estudiantil se
distinguen dos momentos: 1) la emergencia y las movilizaciones
coyunturales y 2) el plan de acción que trasciende la coyuntura
electoral, así como la lucha contra la imposición que desembocó en la
manipulada y truqueada victoria de EPN el pasado 1 de julio.
1. En el primer momento el movimiento
tenía y tiene un planteamiento que se ha profundizado respecto a la
democratización de los medios de comunicación, contra la manipulación de
éstos, la pugna por un ejercicio del voto ciudadano que sea libre,
informado, crítico y contra Peña Nieto.
2. El segundo momento se descubre a
través del posicionamiento político y el plan de lucha del movimiento
emitido el 30 de junio a la media noche en el Zócalo del Distrito
Federal.
En él hacen un llamado al pueblo en
general a: 1) reivindicar y articular una movilización nacional que
luche por democratizar y transformar los medios de comunicación,
información y difusión; 2) así como emprender una lucha por el cambio en
el modelo educativo, científico y tecnológico; 3) contra el modelo
económico neoliberal que reina en nuestro país desde mediados de la
década de los ochenta; 4) es muy importante el llamado que realizan los
estudiantes a cambiar entre todos el modelo de seguridad nacional y
justicia, así como una salud de calidad para todos; 5) finalmente y
dejando atrás la primera etapa del movimiento estudiantil y virando
hacía una apertura en su política, abogan por una vinculación directa
con los distintos movimientos sociales de México.
En este sentido, y a sabiendas “que los
estudiantes no podemos solos”, como el propio movimiento lo hace notar
en ese documento, convocan a sumarse a la participación activa de la
discusión, toma de acuerdos, actividades organizativas y acciones
unitarias, las cuales son fundamentales en la construcción de planes de
acción conyuntas y que sin duda incluyen a un espectro amplio de los
sectores sociales movilizados y no, y que a la postre trascendería la
coyuntura política que vivimos en estos momentos.
El movimiento #Yo Soy 132 ha sido
rebasado, así lo han leído los integrantes y así lo muestra la realidad;
y ni qué hablar del atraso que tiene el candidato de la “izquierda
institucional”, el señor López Obrador, el cual ha demostrado una
tibieza legaloide desde el fraude del 1 de julio. Ante esto, es
interesante apuntar que paralelo a la emergencia del #Yo Soy 132 se han
manifestado diversos sectores de la sociedad que reclaman y hacen ver su
rabia a través de megamarchas que han superado la asistencia de las 200
000 personas en el centro del país.
Precisamente el 7 de julio se realizó
una de ellas, la cual a pesar de no haber sido convocada por el
movimiento estudiantil, contó con una asistencia magnífica. La marcha
fue en contra de la imposición de EPN, así como contra los
procedimientos que no respetaron la voluntad ciudadana en los comicios
electorales de la elección presidencial.
Esta marcha fue duplicada en 35 ciudades
de 16 estados del país, según cifras del periódico La Jornada; estas
movilizaciones que proyectan encabronamiento ante la elección federal
muestran dos cosas:
Por un lado la falta de total respeto y
exclusión de la voluntad ciudadana reflejada en la acción de emitir el
voto. Este acto no fue respetado en el momento en que a las 10 de la
noche del domingo primero de julio, con un 0.05% del total de las
casillas computadas de todo el país, el Director Consejero del Instituto
Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdés Zurita, declaró que en el
conteo rápido el virtual ganador era Peña Nieto. Esto bastó para que
este monigote de los grupos de poder en México emitiera un mensaje en
cadena nacional que configuraba la toma de posesión como presidente de
la república, finalmente la posterior felicitación de Felipe Calderón
Hinojosa, actual presidente de nuestro país cerraba la imposición que
hasta ahora se mantiene.
Por otro lado los integrantes de este
movimiento muestran que sus demandas, se insertan dentro de los límites
de la democracia representativa; es decir, no basta con delegar
responsabilidades ciudadanas, no basta con marchar y después ir a casa a
ver telenovelas y escuchar las mentiras de los medios de comunicación
masiva.
Una reflexión sobre la democracia, sobre la cosa en sí.
Las megamarchas, así como el acto de
emitir el voto y delegar responsabilidades a extraños e intereses ajenos
no alcanza para instaurar un país con una verdadera democracia y ¿para
tumbar presidentes del capital?, esto último no lo sé de cierto.
Pero vayamos a la primera cuestión,
respecto a la democracia real. Para ellos es necesario señalar que en
lugar del gobierno de la mayoría que repugnaba a Aristóteles, se llama
hoy democracia a un sistema oligárquico en que las elites partidarias y
sus socios controlan al Estado convirtiéndolo en un gobierno de las
minorías.
Este modelo democrático ha sido siempre
de las élites. Como bien apunta el activista social e intelectual
desprofesionalizado Gustavo Esteva en su artículo titulado “Otra
Autonomía, otra democracia” donde señala: en una democracia, una pequeña
minoría decide por los demás; es siempre una minoría del pueblo y casi
siempre una minoría de los electores quien decide qué partido político
ejercerá el gobierno, una minoría exigua promulga las leyes y toma las
decisiones importantes. La alternancia en el poder o los contrapesos no
modifican este hecho.
Ante este escenario que plantean las
minorías embriagadas de poder, existe la democracia radical, la cual
pretende que el poder del pueblo se manifieste en su ejercicio mismo, no
sólo en su origen y constitución. Se trata de vivir en el estado de la
democracia, es decir, mantener en la vida cotidiana esa condición
concreta y abierta, mediante cuerpos políticos en donde la gente pueda
ejercer su poder.
Siguiendo con Esteva quien señala: al
poder estatal (el único que interesa a los partidos políticos) se
presenta antagónico el poder del pueblo, lo que implica concentrarse en
la capacidad local de comunidades y barrios de gobernarse a sí mismos.
Esta es una característica que a menudo se pierde al subordinarla a los
intereses de un partido y al ejercicio electoral. El poder cotidiano
local se puede practicar en todo momento y en los asuntos que interesan
realmente a la gente.
Finalmente, es menester agregar que para
construir una democracia directa ó radical es necesario dialogar,
discutir, organizarse, construir y hacer de nuestras diferencias la
fortaleza. Es necesario dirigir todos nuestros esfuerzos, ya no solo
hacía las marchas de encabronamiento (totalmente razonables y
justificadas), sino por el contrario, multiplicar las asambleas
ciudadanas, barriales, comunitarias, estudiantiles y de trabajadores, en
donde se viertan las ideas para llevar a cabo el trabajo cotidiano que
nuestros pueblos y la tan mentada democracia reclama; es decir, hace
falta trabajo y abocarnos en esa abominable militancia de la lucha.
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