El zapatismo conserva una gran reserva moral: Javier Sicilia


Desinformemonos. La tragedia de perder a su hijo Juan Francisco, de 24 años, quien fue asesinado junto a otros seis jóvenes en el estado de Morelos, puso al poeta Javier Sicilia en la posibilidad de visibilizar a las más de 40 mil víctimas “colaterales” de la guerra contra el crimen organizado que libra, sin respaldo, el ejecutivo Felipe Calderón.

En la siguiente entrevista, Sicilia habla de la adhesión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a la movilización que llegó a la ciudad de México el pasado 8 de mayo. “Hay que llamar a la izquierda a que se deje de pendejadas, a ir a lo sustancial y lo sustancial es la reserva moral, y si hay alguien que ha dado una enorme muestra de esto son los zapatistas”, señala el poeta.

Días antes de que arranque la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, que partirá de la ciudad de Cuernavaca el 4 de junio y arribará a Ciudad Juárez el 10 de junio, donde se firmará el Pacto Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad, Sicilia se refiere a la importancia de las experiencias de autodefensa y organización indígena, como las que actualmente se llevan a cabo en la comunidad de Cherán, Michoacán; la de Ostula, en el mismo estado y, por supuesto, la de los Caracoles zapatistas.

El articulista de La Jornada y Proceso explica su postura ante el diálogo e interlocución con el gobierno federal. La salida de Calderón, dice, “no resolvería absolutamente nada, las estructuras del Estado están podridas y Calderón es parte de ese pudrimiento”.

A continuación la entrevista completa:

La reserva moral de los zapatistas

Los primeros que se dieron cuenta de que estábamos en grandes problemas fueron los zapatistas, hace 17 años. Antes de la gran marcha del 8 de mayo pasado, lo primero que me llegó fue una carta muy bella de parte del Subcomandante Marcos y, posteriormente, un mensaje oral de la comunidad zapatista, que me encantó.

Los zapatistas siempre se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Ellos fueron los primeros que nos avisaron que si no componíamos este país, si no había un México donde cupiéramos todos, íbamos hacia una desgracia muy grande, y la estamos viviendo 17 años después de que ellos pronunciaron el primer ¡ya basta!

La carta escrita que me enviaron los zapatistas decía lo siguiente: “esto ya rebasa a la izquierda, rebasa a la derecha, es una afrenta a lo humano, es una afrenta a los hombres, mujeres, niños y ancianos de este país”.

La movilización y dignidad zapatista es incuestionable. Nos ha enseñado muchísimo y ahí está nuestro corazón, siempre estará ahí.

El zapatismo conserva una gran reserva moral. La movilización ciudadana en San Cristóbal de las Casas y parte de la Otra Campaña que nos acompañó en la marcha es la muestra del inmenso capital moral, y por eso Chiapas no está como el otro extremo de la República. Si perdemos esa calidad moral nos va a fracturar el gobierno o la propia izquierda.

La izquierda institucional y su aparición en este momento son graves, porque provoca que se pierda toda la sustancia. Nos debemos de apoyar en el dolor de las víctimas, en la dignidad y el amor, y si perdemos esto y ponemos la libertad de las diferencias por encima de esto, viene la fractura. Como siempre digo: “los enemigos de la izquierda son la propia izquierda”, y son sus diferencias las que siempre están por encima de la sustancia. Si la izquierda pudiera recuperar su capital moral y mantener su dignidad moral, todo lo demás se incluye y se transforma.

Nosotros queremos construir una reserva moral, como la gran reserva que tienen los zapatistas. La suma de la dignidad moral que llegó hasta la ciudad de forma civil, es importantísima. Entiendo que el gobierno no quiera visibilizar eso, con el vacío mediático y con el cerco militar. Lo que no entiendo es que también lo haga la izquierda.

Mientras la izquierda siga pensando en procesos ideológicos no va a entender la reserva moral y la significación profunda del zapatismo con respecto a lo que se está generando en el proceso nacional. Hay que llamar a la izquierda a que se deje de pendejadas, a ir a lo sustancial y lo sustancial es la reserva moral, y si hay alguien que ha dado una enorme muestra de esto son los zapatistas.

La carta oral que me enviaron los zapatistas decía que lo que acontece nos rebasa, rebasa a la izquierda y a todos, y que venían porque tenían una deuda moral con nosotros. Yo le diría a la izquierda: ¡Véanlos cabrones, ahí están los zapatistas!

Los pobres, los más agraviados por la violencia

Los sectores más agraviados, como siempre, son los sectores más pobres. A ellos son a los que se pueden criminalizar y borrar fácilmente. Son los que piden justicia y se les niega, e incluso se les insulta; pero también hay otros dolores muy fuertes en la clase empresarial: los empresarios son susceptibles de secuestros, y eso también ha concitado la simpatía y el apoyo -con sus asegunes-, ya que los prejuicios siempre terminan por borrar lo esencial y lo profundo, pero también hemos encontrado a gente muy empática, por ejemplo a Alejandro Martí, un hombre de una gran dignidad moral.

A partir de la movilización se visibilizan los sectores agraviados que han sido negados y criminalizados. Para ellos ha habido una doble o triple muerte: se les mata, se les criminaliza y quedan impunes sus dolores. A los empresarios no se les criminaliza, pero a veces también sus dolores quedan impunes, como el caso de Eduardo Gallo, que tuvo que ir por los delincuentes, ya que la policía simplemente no hacía su trabajo. Él los capturó y los llevó a donde debían estar.

Pienso que la belleza en el dolor y lo terrible del proceso que estamos viviendo, es que los que no tenían rostro, los que se habían presentado hace 17 años con una máscara para simbolizar que no tenían rostro, empiezan a tenerlo; es un rostro sufriente, es un rostro agraviado, un rostro que clama justicia, para dignificarnos y para dignificar este país, porque nuestros muertos son el rostro de nuestra humillación, pero también son el rostro de nuestra dignidad.

El pacto nacional y la interlocución con el gobierno

La discusión sobre un pacto nacional tiene un problema de prejuicio que nace de procesos ideológicos. Así como los empresarios tienen sus prejuicios contra la izquierda, la izquierda tiene sus prejuicios contra los empresarios y contra el gobierno. Razones hay muchas: las traiciones de los pactos por parte del gobierno, por ejemplo, el último de “todos somos Juárez”. Es evidente y comprendo que los juarenses estén muy enojados con la posibilidad de esos diálogos y esas interlocuciones. Hay razones suficientes para esta postura, son razones suficientes pero no necesarias.

Otras veces se entiende el diálogo como pacto, como negociación. Yo creo que si Santiago Creel pasara a la historia, siendo un personaje muy gris, pasaría por esa frase que acuñó y que debería de estar en los diccionarios: el sospechosismo, y ese es el problema, que sospechamos. Cada vez que hay una interlocución con la contraparte, yo, tú, él sospecha, como si el diálogo fuera una negociación a oscuras. Cuando hablo de diálogo no es en el sentido de negociaciones, yo hablo de diálogo en el sentido de decir: “este es nuestro mandato y cómo, frente a las evidencias de tus traiciones, vas a responder al mandato, cómo vas a responder al agravio”.

El presidente tendría que pedir perdón a los familiares de las víctimas en público y a cada una de las personas que estuvieran ahí. En contraparte, nosotros debemos decirle que su ley de seguridad pública no es la ley que queremos los ciudadanos.

Necesitamos saber cómo la vamos a reformar juntos, y llegar y decirles: “es un mandato, no es si les gusta, ustedes están ahí porque nos representan”. Es decir, es cambiar el formato y asegurarse de que se hagan las cosas, ya que siempre se las dejamos y no debe ser así. Si se las dejamos lo van a hacer mal, van a servir a sus intereses.

Debemos construir estructuras de presión. Por eso es muy importante una reforma política, y la revocación de mandato en esa reforma, es decir, crear procesos legales y legítimos, porque si no nos dan la legalidad, que es legítima, nos obligan a la legitimidad, que es la movilización, la resistencia civil. Esto se vuelve legítimo frente a la necedad y frente a la negativa de darnos un marco legal para lo que nos corresponde.

Necesitamos de todos esos interlocutores, no podemos hacerlos menos, como si no existieran. Debemos intentar refundar el Estado para poder ir a otros procesos, ya que el Estado dio de sí.

Me alarman los gritos de “fuera Calderón”, debido a que parece que creemos que todavía estamos en un régimen presidencialista absoluto, y estamos en un proceso con toda la clase política, desde los partidos, pasando por las instancias de los municipios y los gobiernos estatales hasta el federal, en todos sus niveles de gobierno. Los seis puntos que pedimos son para que en todos los lugares se reforme todo. La salida de Calderón no resolvería absolutamente nada, las estructuras del Estado están podridas y Calderón es parte de ese pudrimiento. Viene de un partido con agendas comprometidas, no con la ciudadanía, sino con intereses oscuros, y por eso está acorralado. Un día está en buen plan, y al otro día se pone de necio, hasta creerse Churchill, y eso nos dice que está acorralado.

Para que podamos llegar a otros procesos no podemos dejar de pasar por un Estado de derecho y democrático, ya que si lo dejamos lo que vamos a tener es un Estado policiaco o un Estado militar y no conviene a nadie. Si rescatamos la incipiente democracia, todos los procesos van a poder ser.

Esta movilización se parece a Egipto, ya que la muerte de un joven nombró todos los dolores, todos los muertos y torturados. La muerte de mi hijo nombra a todos los muertos, todos los desaparecidos y toda la inhumanidad y el miedo en el que nos habían sumido. La diferencia es que en Medio Oriente, los gobiernos autoritarios son altamente autoritarios. En cambio, el problema con este país es que sus gobiernos son autoritariamente miméticos; tienen la capacidad de inmovilizar, de aislar, de desvirtuar inmensamente, y esa es muestra de una carencia de consciencia en el orden de lo civil, de lo político.

Los procesos de autodefensa y organización indígena

La forma de hacer comunidad en Cherán, los caracoles zapatistas, y muchos otros ejemplos en el país, es a donde nos queremos dirigir, ya que tienen procesos que se han gestado en México y que son muestra de que se pueden organizar, pero eso no tiene qué decir que debamos perder una interlocución con el Estado.

Cherán, Ostula, los caracoles zapatistas y sus experiencias ocupan un lugar fundamental en nuestra agenda. Necesitamos aprender, esas experiencias son indispensables en las grandes urbes, donde no hay espíritu de comunidad y todo esta individualizado. Necesitamos saber cómo construir entre barrios a través de esas experiencias, que son enseñanzas de pueblo. Es por eso que el Foro Nacional nos puede dejar esas enseñanzas, algo para descubrir. No sólo existe el ejército y la policía, existimos los procesos ciudadanos.

Darle la espalda al gobierno, al monstruo, sin reformarlo puede ser el suicidio, porque el monstruo no tiene la ley, sólo finge que la tiene. Tiene la fuerza y no tiene la razón. Debemos de hacer que la ley esté al servicio de una buena razón, que es la ciudadana. Debemos de sensibilizar a la gente que trabaja para el monstruo, limpiar ese monstruo de gente que no tiene visión ciudadana. Las instituciones están podridas, se necesita reformarlas y si no, iremos a un estado policiaco.

Un mundo donde quepan muchos mundos o un mundo donde quepan todos los mundos…

Muchos mundos, todos los mundos no, porque a veces hay unos hijos de puta que no deberían de estar en el mundo.

La estupidez se puede curar

El poder policial no puede estar en manos del poder político; no es posible que haya un procurador cuyo jefe sea el presidente de la República o, en los estados, el gobernador. Tenemos que hacer procesos en el monstruo, no darle elementos para que nos aíslen, para que su pinche máquina propagandística y de fuerza desarticule la vida social. Debemos de encontrar la forma de decirle al monstruo: ¡Así no cabrón! Mostrar que estamos todos, como procesos ciudadanos morales, y que tienen una deuda moral con nosotros, y que siguen traicionando para destruir nuestros tejidos sociales. Todos los actores están ahí.

Creo en el corazón del hombre. La estupidez humana es un proceso y se puede curar si se oye el corazón. Las revoluciones nos han demostrado que matar a los hombres malos no resuelve el problema, porque la maldad no es un asunto del hombre, es un asunto del equívoco del hombre. Si presionamos podemos transformar esto, mi postura es una posición moral, que se enfrenta a muchas formas de entenderlo y a muchos dolores que no quieren relacionarse con el monstruo y es entendible.

No creo en la pureza de los hombres ni de los movimientos; yo traigo también mis traiciones, mis dolores, mis equívocos, mis culpas, todos cargamos monstruosidades.

Rumbo a Ciudad Juárez

Me gustaría que se llamara la Caravana del consuelo, sobre la ruta del dolor en el horror. Tiene como base el consuelo que nos une; ese abrazarnos, arroparnos en el amor y construir una gran fuerza ciudadana que tiene que rehacer este país y tiene que exigir la restauración, la justicia que se le debe a las víctimas y la justica que se le debe a la nación. Vamos allá para construir un consenso social que nos permita presionar de manera nacional, no por grupos, sino juntando todos los dolores, todos los agravios y rearticular a la nación. Decir fuerte: ¡No estamos solos! Podemos hacerlo, como lo hicieron hace 17 años los zapatistas.

Qué sigue para Sicilia después del 10 de junio

Después del 10 de junio no se qué haré, habrá que esperar, depende de todos. Yo simplemente me declaro como una voz moral que convoca y por la cual hablan muchos dolores y agravios. Voy viviendo día tras día, no sé que pueda pasar mañana.

Mi vida cambió totalmente, dio un giro, pero soy el mismo, sólo un poco más público y con un compromiso moral por mi hijo, que me puso aquí. Mi hijo ha logrado reunir todos los dolores de esta nación.

Sin todos los abrazos, las muestras de afecto, el amor que he recibido, quizás no estaría aquí. Este país me ha abrazado mucho, han hecho mi dolor como suyo, y eso es una hermosa gracia, que no merezco y no merecía, que me ha permitido vivir y asumir con dignidad la muerte de mi hijo y reivindicar su nombre.

El deber sobre el derecho

A veces me gustaría volver a lo que era mi vida, a mis clases, mis talleres de poesía, escribir una novela, volver a la proporción real de mi vida. Pero ahora hay un deber, y antes de los derechos están los deberes. Mi derecho sería volver a mi vida, pero antes de ese derecho esta mi deber con mi hijo y lo que nombró mi hijo, lo que surgió a partir de eso.

Es el tiempo de las comunidades, el tiempo de quitarnos de la cabeza que hay mujeres y hombres providenciales. Poner tantas expectativas en un hombre o una mujer termina por decepcionar, somos humanos, y se construye un imaginario que debemos romper para reconocernos todos con la misma dignidad.

La alegría reúne pero el dolor une

En estos dos últimos meses me he encontrando con la parte más bella de México, la parte agraviada y adolorida… como yo. Esa parte que logró nombrar sus dolores, sus muertos, sus agravios, la situación de inmensa inhumanidad que vivimos y, sobre todo, el amor.

Mi padre me decía: “la alegría reúne pero el dolor une”, y creo que es lo que nos estamos dando y seguiremos dando. Estamos haciéndonos una de las primeras justicias que nos habían arrancado y que nos debíamos. Estar con la soledad de los otros se traduce en una gran comunión que se expresa en una movilización, con los sectores más sensibles.

Creo que lo más hermoso en estos meses es el cómo nos unimos en el dolor, y cómo ese dolor en el silencio se volvió una hermosa comunión que se ha vuelto una gran demanda frente a los agravios de un gobierno que está podrido.

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