La contrainsurgencia no será transmitida

Javier Hernández Alpízar

La paráfrasis del título de un famoso documental que muestra cómo los medios industriales y comerciales, privados, de comunicación ocultan algunos hechos muy gordos, como una revolución, es la mejor forma de expresar lo que se viene a la mente.

En la internet, y en el mejor de los casos, en algunos medios impresos, aunque sin ser destacadas muchas veces, aparecen las denuncias de las Juntas de Buen Gobierno, colectivos formados por las autoridades de los municipios autónomos rebeldes zapatistas: Una coordinada operación de los gobiernos federal (con continuidad de política bajo los gobiernos del PRI y del PAN), chiapaneco (con idéntica continuidad de acción bajo los gobiernos del PRI y los del PRD y sus coaliciones) y de gobiernos municipales (priistas, perredistas o del Verde Ecologista) mas organizaciones viejas que han sido cooptadas como la ORCAO (Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo) y de los viejos grupos paramilitares, reciclados y con nuevos flamantes nombres (como la OPDDIC), o de los nuevos grupos paramilitares surgidos bajo los gobiernos perredistas , que no obstante apoyan y reciben apoyo de los gobiernos estatales panistas (como Alas de Águila- Ejército de Dios). Además, cuando es necesario, el ejército, la policía federal, la estatal.

Las agresiones son reportadas semana a semana por las diferentes Juntas de Buen Gobierno, y ritualmente publicadas en internet, con ellas los zapatistas, es decir los indígenas tzotziles, tzeltales, choles, mames y tojolabales que retomaron ese nombre del caudillo del Sur, hablan, denuncian, y también ritualmente no son escuchados.

En tanto, los medios masivos, comerciales, oficiales, de grandes empresas (de derecha) y al servicio de los gobiernos del PRD (y del PRI), los llamados de “izquierda”, tienen en la congeladora a los zapatistas.

Con la complicidad de ese silencio, casi total, excepto por unas pocas voces solitarias que lo hacen más patente, la gente en la calle habla del futbol, de las elecciones que pasaron o de las que están por venir, de las “inseguridad” del tema favorito de los medios y de los boletines de los gobiernos, pero uno de los movimientos sociales más importantes en el mundo, de los que en los hechos están construyendo autonomía, otra forma de hacer política, el mandar obedeciendo, no es visto, es relegado a un papel inferior que cualquier escándalo mediático del momento.

Cada quien puede encontrar la propia autojustificación para callar y guardar las formas, incluso puede haber hábiles y colmilludos columnistas de La Jornada que finjan que ellos apoyan a “las bases zapatistas” pero no a sus dirigentes, obviando que los dirigentes zapatistas que escriben con el nombre de Juntas de Buen Gobierno son indígenas de las bases zapatistas, pero lo cierto es que hay complicidad en callar acerca de todas estas agresiones mientras se escribe casi de cualquier tema menos de los indígenas que sacudieron el país y que volvieron a plantear, con hechos y palabras, con silencio y construcción paciente, el tema del cambio social profundo,

Quizá el silencio es porque Chiapas es un lugar privilegiado para observar la profunda unidad de las derechas e izquierdas partidarias, del PAN, el PRI y el PVEM, pero también de la coalición PRD- PT, Convergencia, en la aprobación de planes de expulsión de comunidades, despojo, imposición de megaproyectos, avanzadas de la militarización, de la paramilitarización, de la cooptación de organizaciones que fueron opositoras como la ORCAO y hoy son esquirolas contra las comunidades zapatistas.

Chiapas es el lugar donde se cae la máscara de un sistema que quisiera pasar por plural, con una derecha y una izquierda definidas e irreconciliables: La bendición a la contrainsurgencia en Chiapas, viene de Calderón y López Obrador, de todos los partidos políticos y sus bancadas en las cámaras legislativas, de todos los niveles de gobierno, y de los medios de las distintas facciones. Hay muchas cosas que parecen dividirlos y enfrentarlos, pero los une, por encima de sus odios y voluntades de ser inquilinos de Los Pinos, su antizapatismo y su indudable apoyo a la contrainsurgencia.

Es importante decirlo, y luego es también importante actuar en consecuencia. Romper el silencio que las disciplinas electoreras han impuesto sobre el EZLN y su existencia y proyecto, y eso, de paso, ayudará a entender que esa realidad de contrainsurgencia de Chiapas está extendiendo su peste por todo el país: Con el apoyo decidido de los gobernadores de todos los partidos a la guerra de Calderón contra la población (esté o no organizada) y el apoyo de todos los partidos y candidatos a los megaproyectos que se proponen desollar el país y entregar el agua, la energía, lo último que queda del territorio a las megaempresas transnacionales: En eso también coinciden los proyectos de derechas e izquierdas, y así han gobernado en cada lugar donde han tenido oportunidad. La imposición de megaproyectos en la ciudad de México es el ejemplo más visible.

En el caso de los zapatistas, y en todo el país, una frase del evangelio que no ha perdido su vigencia, explica el porqué muchos no quieren ver: La verdad nos hará libres, pero muchos son cómplices de esas cadenas, y cuando mucho nos piden negociar por una prisión más cómoda. El plumaje de los zapatistas no es de esos, y su osadía la pagan con la agresión combinada de derechas e “izquierdas”.

Es más fácil acusarlos por no compartir las aventuras electorales de quienes son parte de la guerra sucia contra ellos y criticarlos por no pronunciarse respecto a todas las agendas de quienes han decidido arrinconarlos y exterminarlos mientras dicen tener un “proyecto alternativo” para México.

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