2 de octubre no se olvida !



Amargo el encuentro de mal, de su gente, de su espacio. Evidentemente no nació para otra cosa, fuera de tiempo y sin sentido. Uno hubiese querido amar, sollozar, bailar, en otr tiempo y otro planeta (aunque se hubiese tratado de este mismo). Pero todo está prohibido, el cielo la tierra. No quieren que seamos habitantes. Somos sospechososde ser intrusos en el planeta. Nos persiguen por eso; por ir, por amar, por desplazarnos sin órdenes ni cadenas. Quieren capturar nuestra voces, que no quede nada de nuestras manos, de los besos, de todo aquello que nuestro cuerpo ama. Está prohibido que nos vean. Ellos persiguen toda dicha. Ellos están muertos y nos matan. Nos matan los muertos. Por esto viviremos.


José Revueltas

Los sesentas

La década de los sesenta se vivió un duro embate a los movimientos sociales y a la izquierda en México. En 1962 asesinaron a Rubén Jaramillo; disolvieron al movimiento ciudadano de Salvador Nava en San Luís Potosí; el gobierno ordeno diversas matanzas reprimiendo movilizaciones pacíficas en las plazas de Guerrero; desarticularon el movimiento médico en los años de 1964 y 1965; la bota militar ocupo la Universidad Nicolaíta en Michoacán en 1966 y al año siguiente, la de Sonora. Paralelamente se trataba de aniquilar cualquier intento de brote armado; el Partido Comunista era duramente acosado, sin registro y en la clandestinidad, continuaban presos algunos de los dirigentes ferrocarrileros como Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Alberto Lumbreras y Hugo Ponce de León (entre otros) por haber luchado por la autonomía y la dignificación sindical una década atrás.

Sin embargo, en los sesenta, fue la lucha por la democracia la que acciono la rebeldía, particularmente de los jóvenes que tuvieron acceso a las normales rurales y a las escuelas de nivel medio y superior de las urbes. En gran parte se debió a que los círculos estudiantiles mexicanos no eran ajenos a la rebeldía juvenil propia de la década y a la liberación femenina que acrecentaba la participación política de la mujer. Miles de jóvenes militaron en la Juventud Comunista, en el Partido Popular Socialista, o en la Central Nacional de Estudiantes Campesinos socialistas de México, o a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, organización aglutinadora de las normales rurales en el país; por otro lado, otros con formación cristiana acogían los planteamientos de la naciente teología de la liberación.

Esta generación, se forjo en la admiración de la juventud Revolucionaria cubana y miraba sin apatía, el agotamiento del pacto de desarrollo económico que había posibilitado el ascenso social de las clases medias,observaba la agudización de la crisis en el campo, el ataque implacable contra los movimientos opositores y el desencanto de realizar cambios político sociales por la vía electoral. Escenario que posibilito la discusión de la necesidad de armarse ante éste gris panorama, aun antes de la matanza del 2 de octubre, como lo sucedido en Chihuahua años antes; éste fue el caldo de cultivo de cientos de jóvenes combatientes que aglutinaron las filas de la guerrilla urbana y rural en la década de los sesenta, setentas y parte de los ochenta.

Cuando precisamente Genaro Vázquez y Lucio Cabañas conformaban sus organizaciones guerrilleras, el presidente Días Ordaz encontró el motivo ideal para mostrar el rostro del “milagro mexicano” al mundo entero. México había sido elegido como sede del los XIX Juegos Olimpicos. Sin embargo su susceptibilidad anticomunista se convirtió en paranoia y engendro lo que Carlos Monsiváis llamó (...) la “teoría de la conjura”: el presidente tuvo la fijación de que una conjura comunista internacional boicotearía los juegos olímpicos para desacreditar al país para desacreditar al país. Su obserción halló cuerpo en un pleito estudiantil callejero que alimentó una falsa alarma, provocó la intervención militar en planteles de educación pública, un sorprendente activismo estudiantil, el atropello brutal en su contra y su culminación en la trágica noche de Tlatelolco. El responsable de las tareas de seguridad (...) era Luis Echeverría.Castellanos, 2002)


¡2 de Octubre no se olvida !

Fue el 22 de julio el detonante de la organización estudiantil. Un pleito entre pandilleros y estudiantes de las Vocacionales 2 y 5 del Politécnico en la Ciudadela provocó la incursión violenta de granaperros. La indignación por ésta intransigencia gubernamental se manifestó durante la marcha realizada el 16 de julio, fecha en que se conmemoraba el asaldo to Cuartel Moncada que encabezo Fidel Castro en 1953. La marcha la interrumpieron porros que hicieron desmanes en negocios, con el respaldo y complicidad de la policía.
Cuatro días pasaron cuando el ejercito irrumpió a bota militar y bayoneta calada en planteles de la UNAM y del Politécnico y dispararon un bazucazo en una puerta del Colegio de San Ildefonso. La respuesta de los estudiantes ante éstos hechos fue la creación del Consejo Nacional de Huelga (CNH), esta organización estudiantil en los hechos fue la convergencia de representantes de diversas facultades y escuelas. Organizaron multitudinarias marchas de protesta y diversas asambleas.
Ademas este atropello contra la autonomía universitario y del Casco de Santo Tomás (UNAM y Poli) propicio el apoyo incondicional de el Rector Javier Barros Sierra, rector de la universidad. También se solidarizaron con el movimiento el sector académico e intelectual de izquierda, madres y padres de familia.
La reacción del gobierno fue la centralización y control de casi todos los medios de comunicación y encarcelo a más de mil estudiantes.
El Consejo Nacional de Helga tuvo como bandera de lucha 6 puntos petitorios:
  1. exigían la libertad de los presos políticos. (contando a los viejos ferrocarrileros)
  2. La destitución de los generales Luis Cueto Ramírez jefe de cuerpos de graneros
  3. La destitución de Raúl Mendiolea, jefes del cuerpo de policía.
  4. La desaparición del cuerpo de granaderos.
  5. La derogación de las leyes referentes al delito de disolución social, que se promulgo como medida de emergencia en la Segunda Guerra Mundial y se usaban como instrumento jurídico represivo para encarcelar a luchadores sociales.
  6. Indemnización a las familias de los asesinados y heridos que cayeron a partir de las movilizaciones del 26 de julio.

Ninguna de ellas fue tomada en cuenta y la paranoia de Díaz Ordaz alcanzo el umbral de la locura y lo bizarro el 2 de octubre de 1968.

Un Mitin se realizo frente el edificio Chihuahua de la Unidad Habitacional Nonoalco Tlatelolco, se congregaron unas cinco mil personas, entre estudiantes y solidarios, muchos de ellos de la unidad; éste fue cercado por militares y vehículos castrenses, francotiradores con armas de alto calibre que se apostaron en varios edificios, los asesinos del Estado Mayor Presidencial se ocultaron en departamentos cercanos a la plaza y oficiales del batallón Olimpia vestidos de civil, con un guante o pañuelo blanco que los identificara, se ubicaron en las escaleras y pasillos de la entrada del edificio.
Dos luces de bengala lanzadas desde un helicóptero fueron la señal para que el ejercito y los grupos armados ocultos abrieran fuego. Los cuerpos de niños, mujeres, hombres ancian@s quedaron regados en la plaza. Más de dos mil personas fueron encarceladas. Al día siguiente solo Excélsior, la revista ¿Por qué? Y Siempre publicaron sobre este atroz acontecimiento. Todos los demás, con el silencio, fueron cómplices de ésta masacre.

Nos enteramos de la terrible matanza, en la plaza de las tres culturas, al terminar el mitin. Recuento de gente, consternación. En casa de Úrsula nos llegan toda clase de los más terribles informes. Tememos que la casa de U pueda estar en peligro y nos cambiamos al “centro”. Noticia asesinato de Luis. En el “centro” Carlos, Roberto, Truco, Rufo. Amargura, rabia y honda tristeza por noticia de luis. (José Revueltas: 1978)

Ya por la noche, llegaron un par de compañeros conmocionados que nos contaron a Guillermina, compañera de la prepa 6 con la que había vuelto a esconderme desde que regresé de Chihuahua puesto que, dadas las circunstancias, a mi casa sólo iba ocasionalmente (...) Ya por la noche llegaron un par de compañeros conmocionados que nos contaron a Guillermina y a mí lo que habían presenciado; después llegaron uno o dos más con relatos terribles de la masacre. Recuerdo claramente que no podía creer sus palabras, que les preguntaba si estaban seguros de que la tropa había llegado disparando. Me negaba a creer que el gobierno hubiera desatado una represión tan brutal. (Raúl Jardón, 2008)

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