Amargo
el encuentro de mal, de su gente, de su espacio. Evidentemente no
nació para otra cosa, fuera de tiempo y sin sentido. Uno hubiese
querido amar, sollozar, bailar, en otr tiempo y otro planeta (aunque
se hubiese tratado de este mismo). Pero todo está prohibido, el
cielo la tierra. No quieren que seamos habitantes. Somos
sospechososde ser intrusos en el planeta. Nos persiguen por eso; por
ir, por amar, por desplazarnos sin órdenes ni cadenas. Quieren
capturar nuestra voces, que no quede nada de nuestras manos, de los
besos, de todo aquello que nuestro cuerpo ama. Está prohibido que
nos vean. Ellos persiguen toda dicha. Ellos están muertos y nos
matan. Nos matan los muertos. Por esto viviremos.
José
Revueltas
Los
sesentas
La
década de los sesenta se vivió un duro embate a los movimientos
sociales y a la izquierda en México. En 1962 asesinaron a Rubén
Jaramillo; disolvieron al movimiento ciudadano de Salvador Nava en
San Luís Potosí; el gobierno ordeno diversas matanzas reprimiendo
movilizaciones pacíficas en las plazas de Guerrero; desarticularon
el movimiento médico en los años de 1964 y 1965; la bota militar
ocupo la Universidad Nicolaíta en Michoacán en 1966 y al año
siguiente, la de Sonora. Paralelamente se trataba de aniquilar
cualquier intento de brote armado; el Partido Comunista era duramente
acosado, sin registro y en la clandestinidad, continuaban presos
algunos de los dirigentes ferrocarrileros como Demetrio Vallejo,
Valentín Campa, Alberto Lumbreras y Hugo Ponce de León (entre
otros) por haber luchado por la autonomía y la dignificación
sindical una década atrás.
Sin
embargo, en los sesenta, fue la lucha por la democracia la que
acciono la rebeldía, particularmente de los jóvenes que tuvieron
acceso a las normales rurales y a las escuelas de nivel medio y
superior de las urbes. En gran parte se debió a que los círculos
estudiantiles mexicanos no eran ajenos a la rebeldía juvenil propia
de la década y a la liberación femenina que acrecentaba la
participación política de la mujer. Miles de jóvenes militaron en
la Juventud Comunista, en el Partido Popular Socialista, o en la
Central Nacional de Estudiantes Campesinos socialistas de México, o
a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México,
organización aglutinadora de las normales rurales en el país; por
otro lado, otros con formación cristiana acogían los planteamientos
de la naciente teología de la liberación.
Esta
generación, se forjo en la admiración de la juventud Revolucionaria
cubana y miraba sin apatía, el agotamiento del pacto de desarrollo
económico que había posibilitado el ascenso social de las clases
medias,observaba la agudización de la crisis en el campo, el ataque
implacable contra los movimientos opositores y el desencanto de
realizar cambios político sociales por la vía electoral. Escenario
que posibilito la discusión de la necesidad de armarse ante éste
gris panorama, aun antes de la matanza del 2 de octubre, como lo
sucedido en Chihuahua años antes; éste fue el caldo de cultivo de
cientos de jóvenes combatientes que aglutinaron las filas de la
guerrilla urbana y rural en la década de los sesenta, setentas y
parte de los ochenta.
Cuando
precisamente Genaro Vázquez y Lucio Cabañas conformaban sus
organizaciones guerrilleras, el presidente Días Ordaz encontró el
motivo ideal para mostrar el rostro del “milagro mexicano” al
mundo entero. México había sido elegido como sede del los XIX
Juegos Olimpicos. Sin embargo su susceptibilidad anticomunista se
convirtió en paranoia y engendro lo que Carlos Monsiváis llamó
(...) la “teoría de la conjura”: el presidente tuvo la fijación
de que una conjura comunista internacional boicotearía los juegos
olímpicos para desacreditar al país para desacreditar al país. Su
obserción halló cuerpo en un pleito estudiantil callejero que
alimentó una falsa alarma, provocó la intervención militar en
planteles de educación pública, un sorprendente activismo
estudiantil, el atropello brutal en su contra y su culminación en
la trágica noche de Tlatelolco. El responsable de las tareas de
seguridad (...) era Luis Echeverría.Castellanos,
2002)
¡2
de Octubre no se olvida !
Fue
el 22 de julio el detonante de la organización estudiantil. Un
pleito entre pandilleros y estudiantes de las Vocacionales 2 y 5 del
Politécnico en la Ciudadela provocó la incursión violenta de
granaperros. La indignación por ésta intransigencia gubernamental
se manifestó durante la marcha realizada el 16 de julio, fecha en
que se conmemoraba el asaldo to Cuartel Moncada que encabezo Fidel
Castro en 1953. La marcha la interrumpieron porros que hicieron
desmanes en negocios, con el respaldo y complicidad de la policía.
Cuatro días pasaron cuando el
ejercito irrumpió a bota militar y bayoneta calada en planteles de
la UNAM y del Politécnico y dispararon un bazucazo en una puerta del
Colegio de San Ildefonso. La respuesta de los estudiantes ante éstos
hechos fue la creación del Consejo Nacional de Huelga (CNH), esta
organización estudiantil en los hechos fue la convergencia de
representantes de diversas facultades y escuelas. Organizaron
multitudinarias marchas de protesta y diversas asambleas.
Ademas
este atropello contra la autonomía universitario y del Casco de
Santo Tomás (UNAM y Poli) propicio el apoyo incondicional de el
Rector Javier Barros Sierra, rector de la universidad. También se
solidarizaron con el movimiento el sector académico e intelectual de
izquierda, madres y padres de familia.
La
reacción del gobierno fue la centralización y control de casi todos
los medios de comunicación y encarcelo a más de mil estudiantes.
El
Consejo Nacional de Helga tuvo como bandera de lucha 6 puntos
petitorios:
- exigían la libertad de los presos políticos. (contando a los viejos ferrocarrileros)
- La destitución de los generales Luis Cueto Ramírez jefe de cuerpos de graneros
- La destitución de Raúl Mendiolea, jefes del cuerpo de policía.
- La desaparición del cuerpo de granaderos.
- La derogación de las leyes referentes al delito de disolución social, que se promulgo como medida de emergencia en la Segunda Guerra Mundial y se usaban como instrumento jurídico represivo para encarcelar a luchadores sociales.
- Indemnización a las familias de los asesinados y heridos que cayeron a partir de las movilizaciones del 26 de julio.
Ninguna
de ellas fue tomada en cuenta y la paranoia de Díaz Ordaz alcanzo el
umbral de la locura y lo bizarro el 2 de octubre de 1968.
Un
Mitin se realizo frente el edificio Chihuahua de la Unidad
Habitacional Nonoalco Tlatelolco, se congregaron unas cinco mil
personas, entre estudiantes y solidarios, muchos de ellos de la
unidad; éste fue cercado por militares y vehículos castrenses,
francotiradores con armas de alto calibre que se apostaron en varios
edificios, los asesinos del Estado Mayor Presidencial se ocultaron en
departamentos cercanos a la plaza y oficiales del batallón Olimpia
vestidos de civil, con un guante o pañuelo blanco que los
identificara, se ubicaron en las escaleras y pasillos de la entrada
del edificio.
Dos
luces de bengala lanzadas desde un helicóptero fueron la señal para
que el ejercito y los grupos armados ocultos abrieran fuego. Los
cuerpos de niños, mujeres, hombres ancian@s
quedaron regados en la plaza. Más de dos mil personas fueron
encarceladas. Al día siguiente solo Excélsior,
la revista ¿Por qué?
Y Siempre publicaron sobre este atroz acontecimiento. Todos
los demás, con el silencio, fueron cómplices de ésta masacre.
Nos
enteramos de la terrible matanza, en la plaza de las tres culturas,
al terminar el mitin. Recuento de gente, consternación. En casa de
Úrsula nos llegan toda clase de los más terribles informes.
Tememos que la casa de U pueda estar en peligro y nos cambiamos al
“centro”. Noticia asesinato de Luis. En el “centro” Carlos,
Roberto, Truco, Rufo. Amargura, rabia y honda tristeza por noticia
de luis. (José Revueltas: 1978)
Ya
por la noche, llegaron un par de compañeros conmocionados que nos
contaron a Guillermina, compañera de la prepa 6 con la que había
vuelto a esconderme desde que regresé de Chihuahua puesto que,
dadas las circunstancias, a mi casa sólo iba ocasionalmente (...)
Ya por la noche llegaron un par de compañeros conmocionados que nos
contaron a Guillermina y a mí lo que habían presenciado; después
llegaron uno o dos más con relatos terribles de la masacre.
Recuerdo claramente que no podía creer sus palabras, que les
preguntaba si estaban seguros de que la tropa había llegado
disparando. Me negaba a creer que el gobierno hubiera desatado una
represión tan brutal. (Raúl Jardón, 2008)
0 comentarios:
Publicar un comentario