Pedro Leyva Domínguez, de 34 años, luchó por la recuperación de las
tierras de Santa María Ostula, en la costa de Michoacán, hasta que la
noche del 6 de octubre fue cobardemente asesinado. El Ministerio Público
señala que se trató de una riña familiar, un pleito entre borrachos
ocurrido en la madrugada. Pero el asesinato fue al anochecer y se
enmarca en la represión política que asola a la comunidad, como aseguran
los comuneros del poblado de Xayakalan.
Estas
tierras estuvieron durante 40 años en manos de los pequeños propietarios
de La Placita, hasta que los verdaderos dueños decidieron entrar al
predio haciendo uso de su legítimo derecho a la autodefensa y
reivindicando su guardia tradicional. A partir de ese momento la
violencia se desató en su contra, con un saldo estremecedor de 26
muertos y cuatro desaparecidos. Con la muerte de Pedro son ya 27
asesinatos no aclarados.
El Movimiento por la Paz informa que
Pedro asistió a varias de sus reuniones a fin de que se diera solución
definitiva al conflicto territorial que mantiene la comunidad, para dar
certeza jurídica y para promover una conciliación económica mediante el
Programa de Atención a Conflictos Sociales del Medio Rural de la
Secretaría de la Reforma Agraria. La última vez que asistió a una de
estas reuniones fue el pasado 29 de septiembre y estaba contemplada su
asistencia para el próximo diálogo de evaluación con el Ejecutivo
federal.
Pedro Leyva formaba parte de la Comisión por la Defensa
de los Bienes Comunales y de la Guardia Comunal. A finales de junio, en
el foro del periódicoCambio, sus palabras fueron: Hoy lo que
no se puede medir es la desolación y la tristeza, aunque sí los cientos
de desaparecidos, viudas y huérfanos, los desaparecidos y los 26
comuneros fallecidos en esta batalla que aún reclama justicia.
losylasdeabajo@yahoo.com.mx
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