Manifiesto Okupa.mx

El tema es el territorio. Sin territorio no hay autonomía posible. Y aunque nos han dicho que la autonomía es sólo para la sierra, y que hay que resistir con bases de apoyo que se cuenten por miles y con tierra buena para alimentarnos, nosotros no creemos en lo que "dicen". 
La autonomía se construye hasta en azoteas verdes y con vecinos que respalden una causa, incluso en plena urbe.

La invitación es a okupar los territorios.

Aunque no puede llamarse mentira a la afirmación de que el 132 es un movimiento nacional que puede trascender a las elecciones, tampoco puede afirmarse que obligatoriamente lo hará; ni puede negarse que el mayor número de sus simpatizantes está en la zona metropolitana del Distrito Federal.

Y dicho eso, el llamado es a okupar la ciudad. Sin construcción de espacios liberados no será posible perdurar en el tiempo, ni siquiera en el corto plazo.

En nuestros largos andares por las calles vemos incrédulos la cantidad de edificios y construcciones en proceso de autodestrucción. Y es el tiempo y la soledad quien les ayuda pero, ¿qué hay que estando demasiado solo no muera de tristeza?

Y entonces el llamado vuelve a ser a okupar los espacios de la Ciudad, que es nuestra y son nuestros. La convocatoria es a ubicar cines, teatros, edificios y casas abandonadas para establecer ahí focos de resistencia. Tocará abrir cafeterías, galerías de arte y expresión cultural, salas de cine popular, cibercafés comunitarios, escuelas de oficios, hack y eskuelabs, cabinas de radio y centros de producción audiovisual. Las posibilidades son innumerables y nuevamente ha llegado el tiempo de tomar el cielo por asalto.

Y por supuesto que habrá represión, pero ninguna lucha triunfa sin rebasar el miedo a penetrar las líneas enemigas. Tengamos claro que ninguna represión triunfa por encima del respaldo de nuestros pueblos. Si hacemos algo mal y la comunidad que circunda al espacio que okupemos se opone a nuestra lucha, habremos de fracasar; pero si somos nobles, honestos y justos, la comunidad nos abrazará como parte de ella y hará presencia por cientos en nuestras barricadas.

Antes de okupar cualquier espacio es fundamental hacer labor de propaganda en la colonia. Debemos pegar carteles, repartir volantes y de ser posible okupar también una frecuencia en radio y otra en TV para difundir en la zona nuestros propósitos y la justeza de nuestra lucha.

También debemos estar preparados para organizar una gran verbena popular el día del asalto para convidar al barrio de nuestra alegría y dejarles claro que el espacio estará abierto para todos, todo el tiempo.

Habremos de hacer guardias, pero debemos cuidar que nadie viva en la casa al punto que se adueñe del espacio. Recordemos que el peor enemigo de la humanidad vive en la semilla de los apegos que el capitalismo ruin ha sembrado en nuestros pechos.

También es importante acompañar cada okupa con el poder de una manifestación. Las manifestaciones que hoy logramos son tan nutridas que ni la más ingenua policía se atrevería a intentar evitarla, y al convidar al pueblo entero del acto subversivo, arroparán su germinación, y acompañarán su florecer.

Y será indispensable repetir mil veces que estos lugares están abandonados por el sistema y también por nosotros mismos. Quizá no tengamos registro de dónde están, a quién pertenecen o cuál es su historia, pero sabemos que al arribo de los nuevos disidentes se convertirán en focos de atención. No nos llamemos sorpresa: vislumbremos que estos territorios okupados son nuestra nueva oportunidad: tábulas rasas que merecen ser defendidas. Nadie nos espera ahí con sopa caliente, ni son los confortables hogares al que estamos apegados; es el lugar donde vamos a construir nuestros proyectos. Seremos los primeros en llegar. Mientras los Imperios buscan la conquista del espacio y sus planteas, nosotros buscaremos reconquistar las calles y sus plazas.

Okupar todo.

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