Ayer se inauguró en Santiago del Pinar, Chiapas, la segunda de las llamadas “Ciudades Rurales Sustentables” (CRS). Se encuentra en las montañas, a treinta y pocos kilómetros de la muy turística San Cristóbal de las Casas y nada casualmente ubicada al lado de San Cayetano (El Bosque) donde se encuentra una base militar destinada a observar y monitorear el Caracol II-Junta de Buen Gobierno Corazón Céntrico de los Zapatistas delante del Mundo de la zona de Los Altos (Oventic), zona tzotzil, que es por cierto el caracol más visitado y también el más grande de todos. Véase: http://www.jornada.unam.mx/
Las Ciudades Rurales Sustentables son otro hijo malparido de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas para el desarrollo, otro vástago maligno más de las políticas del Banco Mundial para “mejorar las condiciones de vida” en los países menos favorecidos y en especial en las comunidades indígenas; son otro experimento de control social más. No son una estrategia nueva, ni tampoco nacida en México, ya se han piloteado en diversas partes del mundo y bastantes experimentos similares hay en territorio nacional; ya en 1999, el tenebroso Albores Guillen, había intentado un programa de remunicipalización, que tenía idéntica finalidad: desarmar y rearmar comunidades al antojo gubernamental.
Las CRS son sin duda alguna, una estrategia muy clara de contrainsurgencia, orquestada cómodamente por los tres niveles de gobierno, su base es la ruptura del tejido social de las comunidades indígenas y va dirigida particularmente a aquéllas identificadas con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), es decir, hacia las bases de apoyo zapatistas y comunidades simpatizantes y adherentes.
Por razones nada casuales, este programa mundial se adoptó rápidamente en el estado de Chiapas, donde se creó un Instituto (público) de Población y Ciudades Rurales (http://www.ciudadesrurales.
Santiago del Pinar es la segunda CRS construida en Chiapas; la primera fue Nuevo Juan de Grijalva, construida a causa del desbordamiento del río que destruyó el centro poblacional original, donde no hay presencia zapatista; se trató del piloto de este proyecto. Se encuentran en construcción tres más: Jaltenango, Ixhuatán y Emiliano Zapata; en las cuales si hay presencia zapatista; y una más se encuentra “en estudio”, la de Copainalá. Véase http://www.ciudadesrurales.
No somos pocos los que pensamos que la finalidad última de estas comunidades es de carácter contrainsurgente y va dirigida directamente a tratar de desgastar y mantener mayor control sobre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y sobre todo sobre los Municipios Autónomos y las Bases de Apoyo Zapatista, así como todo lo que con ellos se relacione. No son pocas las razones que tenemos para ello. Varias organizaciones y periodistas, entre ellos Hermann Bellinghausen han venido analizando y denunciando esta situación y la existencia de similares proyectos con mismas finalidades en otras áreas geográficas del mundo e incluso, la existencia de similares tácticas de control social en tiempos coloniales. Puede verse http://www.jornada.unam.mx/
Estas ciudades son promovidas como parte de amplias estrategias de combate a la pobreza y marginación, y representa la piedra angular de los proyectos sociales del gobernador Sabines, quien se ha hecho mucha publicidad a costa de este proyecto. Tienen la venia absoluta del gobierno federal, muestra de ello la asistencia ayer a la inauguración de Felipe Calderón, quien declaró, emocionado: “Compartimos con el gobernador (Juan Sabines) una preocupación fundamental, que es combatir la pobreza, como dice su lema, con hechos y no con palabras. Otros tienen simplemente palabras” -¿se refería solo al PRI o también a los zapatistas? Ah no, que a los últimos ni los ve, ni los oye, para ver si así desaparecen. (Véase nota en La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/
Las CRS se ubicarán en las zonas Altos, Selva y Norte (frontera) del estado de Chiapas –obviamente indígenas y nada casualmente, centros geográficos de territorios recuperados por el EZLN y son auspiciadas, además del gobierno y algunos académicos, por Telmex, Grupo Salinas Pliego (Fundación Azteca), BBVA Bancomer, Banamex, Grupo Carso, Farmacias del Ahorro, Coparmex, entre otras, quienes directamente o a través de sus fundaciones “altruistas” participan incluso en el Consejo Consultivo de las CRS http://www.ciudadesrurales.
En este sentido, podemos observar que los amplísimos corredores comerciales de éstas ciudades ¿rurales? estarán plagados de tiendas de electrodomésticos de abonos chiquitos, mucho crédito usurero y muchas muchas televisiones para que al pueblo se eduque (Lujambio dixit), con lo que serán ciudades de pura modernidad y ya no comunidades indígenas dispersas, pobres y ni Dios lo mande, puramente campesinas. La población dejará de estar en su lugar de origen y en pobreza y tendrá de todo lo que uno podría soñar según el imaginario Sabinista-Calderonico: empleo de cajero en un súper, teléfono celular, tarjeta de crédito para comprar a 12 meses hasta los calzones, mucha televisión, un parque microindustrial, oficinas gubernamentales de Hacienda y hasta una Agencia del Ministerio Público propia (para denunciar rapidito a los transgresores de la ley y si traen paliacate o pasamontañas, hay módulo Express, sarcasmo añadido por la que escribe). Así, bajo su lógica, la población deja de estar dispersa y por tanto, dejará de estar organizada y dejará de ser lo que de por sí es.
Así las cosas, tenemos que bajo la premisa de combatir los asentamientos dispersos y la pobreza, se invita a la población a “mudarse voluntariamente” a estos centros de población, claro, incentivados por el hambre, la inexistencia de servicios básicos y el acoso y hostigamiento constante de paramilitares, policías y soldados. Con esto no se busca más que romper el tejido social y la organización de las comunidades indígenas- y sobre todo de las zapatistas-, pues como les dije, “voluntariamente”, pobladores de comunidades cercanas terminarán trasladándose a estos modernísimos núcleos de población, con lo que se reubica, reordena y reacomoda artificialmente a las comunidades, rompiendo sus modos tradicionales de vida y alejándolas de sus centros productivos, desmantelando su organización –que es su mejor arma de resistencia contra el gobierno y el capital-. Se altera así en todo su forma de vida so pretexto de que en estas ciudades tendrán empleos, obligándolas a abandonar el campo y a acomodarse a nuevos patrones de vida, donde no hay cabida a más que a la propiedad privada y el individualismo absoluto. Mejor, imposible, puedo leer en los labios del represor Sabines.
Lo anterior, va obviamente contra el proyecto que ofrecen los caracoles zapatistas, que representan “una alternativa concreta en donde las comunidades dispersas están involucradas en un intenso proceso de desarrollo de sistemas de salud, educación y producción, fuera del control social del Estado y de la lógica acumulativa y destructora del capital” (Entrevista con la Junta de Buen Gobierno de La Realidad, realizada por Japhy Wilson, en su texto La Nueva Fase del Plan Puebla Panamá en Chiapas, disponible en http://www.megaproyectos.org/
En las Ciudades Rurales Sustentables están controladas desde la educación hasta la producción agraria y son homogéneas; están previamente determinados los cultivos que han de hacerse en cada una y el resto de las actividades productivas que habrá en ellas. Nada es casual, seguramente se trata de productos que demanda ni más ni menos que el mercado, cuya oferta se requiere cubrir. Todo es previamente fabricado desde el gobierno, con apoyo del grupo de empresarios y unos cuantos académicos indigenistas profesionales. Véase http://www.ciudadesrurales.
Por si pensábamos que ellos no tenían todo planeado, cabe destacar que estas ciudades cuentan con todos los servicios básicos y hasta templos, uno católico y uno adventista. Sí, construidos como parte del proyecto de gobierno.
Seguro que el gobernador está pensando en que nadie podría resistirse a viviendas nuevas o mejoradas, chamba –de lo que sea-, luz, electricidad, agua caliente, centro de salud, escuelas, transporte, súper, bancos, crédito, radio, televisión, etc. Seguro está pensando que es lo que todos quisieran.
¿Qué hay detrás? ¿Cuál es el costo? La pérdida absoluta de la libertad, de la autodeterminación, de la organización, de las costumbres y tradiciones, de la autonomía. El resultado deseado es la homogenización y control absolutos. A ellos lo pluricultural les interesa sólo cuando les conviene. El gobierno y el capital quieren controlar totalmente las vidas de los pobladores de estas ciudades, además, de convertirlas en aldeas de consumidores cautivos de la bola de empresarios consultores del proyecto. ¿Qué más podrían pedir?
Lamento informarle al gobernador progresista de Chiapas y compañía, incluido el invitado de honor a la inauguración, que sabemos lo que está haciendo y que no estamos de acuerdo, que sus miles de pesos en publicidad no son suficientes y que hay mucha gente dispuesta a resistir ante el despojo y el capital, ante la muerte y la destrucción como política de gobierno. Sus estrategias de despojo, destrucción y muerte no son nuevas. La autonomía zapatista existe, la dignidad, la resistencia y la solidaridad también. Para su desgracia, no le creemos y hoy más fuerte que nunca les decimos: los zapatistas no están solos. Otro mundo es posible.
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