La desmemoria mexicana y el salinismo



Babel

Javier Hernández Alpízar/Zapateando

Análisis realista, crudo, no embriagado por el partidismo ni el deslumbramiento mesiánico que infesta por ejemplo a los “analistas” en La Jornada, me refiero al de Gaspar Morquecho en América Latina en Movimiento (Alainet), con el barroco título: “El retorno del PRI / Salinas / Peña Nieto, dispositivo garante de la guerra en México y Chiapas, otro escenario… la bola”.

De suyo son largos los títulos de los textos de Gaspar Morquecho, el mencionado debe ser entendido como continuación del análisis presentado en “La democracia neoliberal, Chiapas y el EZLN en la coyuntura”, en “¿Quién detiene a Salinas Peña Nieto?” y en otros como: “¿Con Javier Sicilia y el Movimiento por una Paz con Justicia y Dignidad? O… de lejitos”.

Para decirlo en breve, Gaspar Morquecho explica que, con paciencia, constancia e inteligencia perversa, Carlos Salinas de Gortari ha estado por años preparando su regreso, lavando su imagen, recomponiendo sus alianzas con poderes fácticos y formales, y para colmo, los adversarios electorales le están poniendo en bandeja el triunfo, por el tremendo desprestigio del PAN tras los inefables sexenios de Fox y Calderón y el desgaste del campeón sin corona AMLO y los partidos que antes lo llevaron a la cima y ahora lo llevan a la sima: PRD (dividido, enfrentado, más dispuesto a aliarse con el PAN que con AMLO), y los otros derivados de la fragmentación y multiplicación de las clase política priista, incluido el fundado por el ala maoísta del salinismo, el PT.

Pero no se queda en el análisis de fuerzas electorero, sino que apunta a dónde está la causa de esa fuerza del salinismo y su carrera triunfal. Es el hombre de los señores de la guerra.

Para quienes están interesados en la guerra en México, el escenario ideal es el que suma el Plan México o Plan Mérida, versión para este pobre país y Centroamérica del sanguinario Plan Colombia, que bajo el calderonato ya ha probado su eficiencia: más de 50 mil mexicanos muertos, sobre todo jóvenes y sobre todo de las clases más pobres, más cientos de desaparecidos y un escenario de terror (con estadios y televisoras incluidos) que prepara el “estado de sitio estructural” (como acertadamente lo llamó la Declaración de Salsipuedes de la Séptima Asamblea Nacional de Afectados Ambientales) con la Ley de Seguridad Nacional, la cual daría cariz legal a lo que hoy se está haciendo mediante la violación de la ley (como en cada caso ha sentenciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el gobierno y el ejército mexicanos han perdido todos los casos) y el regreso de Salinas de Gortari como el padrino, es decir, el patrocinador de Enrique Peña Nieto.

Tendrían entonces un ejecutivo represor (llegado de un triunfo electoral, lo que Washington puede vender como “democracia”), más la televisión, más a los operadores del aparato de seguridad de los Estados Unidos (tanto gubernamentales como mercenarios privados) más el Plan Mérida, más la Ley de Seguridad Nacional. Es decir, todos los instrumentos para que Peña Nieto (y Salinas) hagan de todo el país un Atenco, no el triunfante de 2000-2001 sino el invadido por policías y militares en 2006.

Gaspar Morquecho además ha señalado que el salinismo no sólo está representado en Peña Nieto, ya que sus pupilos, sea que hayan roto con él o no, siguen en posiciones clave, incluso en lo que se llama por inercia “la izquierda”: Camacho, Ebrard, y los del PT: Alberto Anaya y Adolfo Orive, que son, por lo menos, un salinismo sin Salinas.

Muy especialmente, Morquecho ha enfatizado el carácter vengativo de Salinas: Quiere cobrar la factura al EZLN por haber arruinado,, con el alzamiento de 1994, su propaganda de un México “primer-mundista” virtual y haber mostrado el México real, injusto, violento, racista, como sigue siendo.

La incapacidad de las otras fuerzas políticas llevaría a Salinas a cumplir dos dulces venganzas: derrotar a AMLO en las urnas, como no derrotó a Cárdenas ni derrotó a AMLO en 2006, y luego, ya de regreso en Los Pinos, enfocar el armamento político, militar y paramilitar contra el EZLN.
No olvidemos que el neoliberalismo en América Latina ha sido impulsado no bajo “democracias”, sino bajo dictaduras militares, como el pinochetismo.

Además, Gaspar Morquecho ha señalado la importancia del Movimiento Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, el único movimiento nacional opositor a la guerra (hay otros locales o regionales, pero no nacionales), despreciado por puristas de “abajo y a la izquierda” e incluso, como denunció Marco Rascón tras su salida, después de ser censurado, de La Jornada: bajo las baterías calumniosas de los trolls del lópezobradorismo, sus columnistas linchadores de disidentes como Jaime Avilés y Octavio Rodríguez Araujo.

Mientras se desmerenga el “gobierno legítimo” y salen las ratas huyendo del barco, con el mismo entusiasmo con el que se subieron en el “ya ganamos”, los sectores que serán objetivo seguro de la represión se dedican a escupir a Javier Sicilia y a hacerle el vacío al Movimiento Nacional por una Paz con Justicia y Dignidad con tal furor, que los poderes de facto se podrían ahorrar el dinero con que aceitan a los columnistas que cargan contra “el comandante Sicilia y sus
sacerdotes zapatistas”.

Alguna vez, en Xalapa, al final de una conferencia de un funcionario cubano, varios mexicanos comenzaron a reprocharle ¿por qué han recibido en su suelo a Salinas de Gortari? Mientras los escuchaba pensé: ¿Por qué no se preguntan cómo lo dejamos ser presidente, seis años, de este país? Y luego, imponer a su heredero (Zedillo) y ahora regresar con el candidato del copete con gel. La ignominia no es para Cuba o Irlanda, sino para los mexicanos.

Gaspar Morquecho no solamente cree que el Movimiento Nacional por la Paz puede ser un importante factor para evitar el regreso del “Gorbachov” a la mexicana, sino que la crisis podría, y ojo, no es ley fatal sino posibilidad, generar que el descontento se convierta en rabia y en un movimiento nacional por un cambio social en México, y no por el regreso del estado benefactor al estilo López Portillo que la “izquierda” quiso inútilmente venderle a México como “alternativa”.
Lo paradójico es que a la vuelta de tantos chismes que los moneros y gacetilleros, perdón, articulistas de La Jornada fabricaron contra el zapatismo, la única fuerza antisalinista organizada y dispuesta para luchar por lo que le queda de dignidad al país, con una alternativa construida, son los zapatistas.

El artículo de Morquecho está en: http://www.alainet.org/active/48810〈=es

0 comentarios: