Recrear el mayo del 68

José Cueli

Al asumir la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy se comprometió a devolver a los franceses el orgullo de su nacionalidad. Ellos no necesitaban que les devolvieran nada, porque siempre han estado orgullosos de serlo: la juventud se moviliza masivamente junto a los trabajadores en contra de las reformas a las pensiones para superar la crisis económica. Siete huelgas generales y múltiples manifestaciones en esa República.

Los estudiantes se hacen una con los obreros. La opinión pública apoya mayoritariamente la lucha de los trabajadores (70 por ciento). Resurge el ambiente de ese mayo del 68. Todo esto en un país donde el salario mínimo es de mil 100 euros (18 mil 700 pesos, aproximadamente).

Como señala un lector de Público Internacional, Salvador Cantabrana: Si el capitalismo nos va a quebrar la espalda, al menos no se la pongamos fácil. Sintetizando el acontecer actual de la República Francesa.

Además de las reformas a las pensiones en contra de los trabajadores de un Sarkozy autoritario, hace cinco años ya se había ensañado con los jóvenes en una revuelta contra el racismo y la marginación y con los gitanos a los que expulsó de Francia rumbo hacia Rumania y Bulgaria sin mayores protestas de los gobiernos europeos. Todo esto al parecer con fines electorales.

Al conversar sobre la situación política francesa con un grupo de amigos, me llamaron la atención las ideas de Haroldo Dies, excelente endocrinólogo y gran fotógrafo, al hacer coincidir la escritura de Kafka, la fotografía de Koudelka y la visión política de Sarkozy.

Posiblemente alguien había calumniado a Josef K., pues sin que éste hubiera hecho nada malo fue detenido una mañana, así comienza la novela inconclusa El proceso, que Franz Kafka comenzó a escribir en 1914 y que se publico póstumamente 11 años más tarde, gracias a la feliz desobediencia de su amigo Max Brod.

El héroe, abrumado, sin saber cómo con un disparatado proceso, no logra averiguar el delito de que lo acusan ni siquiera enfrentarse con el invisible tribunal que debe juzgarlo, y éste, sin juicio previo, acaba por hacerlo degollar.

El propio Kafka en un cuento breve que lleva por título Ante la ley, escribe que el hombre de campo piensa que la ley debería ser siempre accesible para todos. Pero desgraciadamente ni el campesino ni nosotros logramos estar ante ella, porque siempre hay un guardián que nos lo impide.

Otro Josef K. es el fotógrafo checo francés Josef Koudelka, quien en 1962 comenzó un ensayo prodigioso sobre los gitanos de la antigua Checoslovaquia que sufrían constantes intentos de asimilación por las autoridades comunistas. Seis años después extendió su proyecto a las comunidades gitanas de Rumania.

Koudelka se acercó a los gitanos atraído por su música y supo ganarse su confianza porque su actitud hacia ellos siempre fue cálida y respetuosa. Muchas de las fotografías de esta serie fueron hechas con una lente de gran angular que permite mayor profundidad de campo en espacios reducidos y acentúan en el espectador las sensaciones de cercanía y complicidad.

Koudelka sólo toma fotografías en blanco y negro. El blanco y negro es la abstracción no la realidad. Él descubrió con su mirada limpia y sincera que los gitanos son un pueblo en peligro y, en cierto sentido, intemporal; y que el otro es, a la larga, uno mismo.

No hay duda de que Koudelka fue un hombre libre y que sus fotos expresan con pasión la fuerza arrolladora de la libertad. Él pensaba que del negativo se hace el positivo y hay que trasladar eso a la vida y afrontarla así.

Nicolas Sarkozy es de ascendencia húngara y religión católica, su padre lo abandonó cuando tenía 4 años de edad y su madre fue judía sefardita, antes de convertirse al catolicismo. En la adolescencia sufrió mucho por su baja estatura, lo que me hizo lo que soy ahora fue la suma de todas las humillaciones padecidas en mi infancia.

En cierta ocasión, manifestó: uno de los objetivos de mi gobierno será la lucha contra la intolerancia y la defensa de los derechos humanos.

Rápido se olvidó de estas promesas y la emprendió contra los jóvenes magrebíes y africanos radicados en las periferias parisinas. Más reciente es la expulsión de cientos de gitanos, violentando de modo artero las leyes que garantizan la libre circulación de los ciudadanos de la Unión Europea y sus derechos humanos. Hoy trata de imponer por la fuerza la reforma a las pensiones intentando superar la crisis económica.

Los gitanos deportados y los huelguistas no son delincuentes, sino ciudadanos que como los dos Josef K. viven en un mundo complejo que se basa en reglas que nunca se llega a entender. En los rostros de estos seres que se mueven entre el horror y el absurdo no se encuentra la belleza enigmática de las fotografías de Josef Koudelka.

Al margen de Sarkozy, los trabajadores y los estudiantes devuelven a los franceses el orgullo por su nacionalidad: su lema, libertad, igualdad y fraternidad recorre Francia. Trabajadores y estudiantes pelean la igualdad, la libertad y la justicia, la del Quijote: la justicia natural.

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