(Torreón, durante la Caravana por la paz con justicia y dignidad)C R Ó N I C A D E S D E E L N O R T E M E X I C A N O
Es inmenso este árido horizonte, miles de kilómetros bajo un cielo azul que reverbera ante los ojos azorados que observan el inabarcable espacio semidesértico. Al costado de la carretera central, una pequeña tropa de caballos y potrillos galopan por una ladera, mientras se avistan pequeñas y grandes ciudades tachonadas en el territorio. Remolinos de polvo juegan con sus formas ante la tarde que cae en el norte de México.
No todos son malos aquí en Torreón, ni en otras partes, sino son muy pocos a los que los obligan, a muchachitos que no tienen dinero pa seguir estudiando…
nos explica un compañero, aquí en Torreón (Coahuila), donde ha vivido los 48 años que tiene, se refiere a la gente que ingresa a las filas del narco. No todos, pero los hilos que cosen lo social se han podrido y roto: “todo está desintegrado” afirma
C R Ó N I C A D E S D E E L N O R T E M E X I C A N O
Es inmenso este árido horizonte, miles de kilómetros bajo un cielo azul que reverbera ante los ojos azorados que observan el inabarcable espacio semidesértico. Al costado de la carretera central, una pequeña tropa de caballos y potrillos galopan por una ladera, mientras se avistan pequeñas y grandes ciudades tachonadas en el territorio. Remolinos de polvo juegan con sus formas ante la tarde que cae en el norte de México.
No todos son malos aquí en Torreón, ni en otras partes, sino son muy pocos a los que los obligan, a muchachitos que no tienen dinero pa seguir estudiando…
nos explica un compañero, aquí en Torreón (Coahuila), donde ha vivido los 48 años que tiene, se refiere a la gente que ingresa a las filas del narco. No todos, pero los hilos que cosen lo social se han podrido y roto: “todo está desintegrado” afirma
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